- ¿Eres
bueno?
- Siiií.
(con ojitos tímidos mirando hacia abajo y voz bajita. No todos los días se
encuentra uno con un personaje tan importante)
Y entonces, por unos
segundos, eres capaz de volver la vista atrás y hacerte niño a través de tu
hijo. Y entiendes que, a pesar de todos tus problemas, la Navidad ya está aquí.
Regresas a casa con un muñeco parlanchín tan emocionado, que no puede parar de
enseñarte el caramelo que Papá Nolel
le ha regalado. Es hora de poner el árbol y rescatar parte de la magia de unas
fiestas en la que ellos son los protagonistas. Es el momento de explicarle que
el día 25, junto a su zapatito colocado debajo del árbol, Santa dejará un
regalito para que pueda disfrutarlo durante sus vacaciones de la guarde. Y que
luego, en la noche del 5 de enero, los Reyes Magos de Oriente vendrán cargados
de detallitos para empezar el nuevo año (porque
los míos siguen siendo de Oriente y no de Andalucía, le pese a quien le pese).
Algún día llegará también el momento de contarle que hace mucho, mucho tiempo,
por estas fechas nació un niño que luego se hizo revolucionario. Quería
defender los derechos de un pueblo oprimido. Un joven que murió por sus
creencias y que poco después, vería (si
es que hay un lugar desde el que se puede ver algo más allá) que unos
cuantos corruptos cogieron su nombre, parte de sus hazañas e inventaron una
tremenda historia que aún hoy sigue teniendo guionistas: matrimonios, animales
que van, que vienen (pobre mula, además
de no parir ahora no estuvo ni en el portal de Belén), reyes de Oriente o
de Andalucía (total, qué más da. Aunque supongo
que los segundos le hubieran llevado al Niño una patita de Jamón, salmorejo y
alguna canción a modo de bulería). En
fin, rumores van, rumores vienen y, mientras unos inventan y viven de la Gloria
de otros, intentaremos festejar estos días con alegría. ¿Por qué? Porque
acabamos un año; porque hemos sobrevivido al Fin del Mundo; porque pasaremos
a la Historia por ello; porque el 2013 llegará lleno de nuevas ilusiones. Al
menos, por unos minutos, todos levantaremos nuestras copas de cava o de champán
con ilusión y esperanza por la llegada de nuevos cambios. Y eso, hoy en día, es
motivo de celebración. FELICES FIESTAS, de corazón.