Aún no he tenido que morderme las uñas
por una onza de chocolate, ni que suplicar de rodillas por un donut de azúcar y
buen vaso de cola-cao “maravillao”. A estas alturas no creo que la niña me
salga morenita por no sucumbir a sus deseos que, aunque pocos, también los hay,
para qué engañarnos. Yo, por si acaso,
ya le he dicho a mi chico que siempre cabe una mínima posibilidad de que la peque
sea negrita, por eso de los antepasados muy pasados y la globalización. Además,
qué carajo, a una morenita todos los colores le sientan bien, hasta el blanco,
el amarillo o el melocotón, que a las pieles pálidas como la mía le producen sarpullidos.
La cosa es que lo mismo me sale con
cara de pera o con cuerpo de plátano, porque la fruta me llama, me tienta
cuando voy al supermercado. Últimamente son las piezas más exóticas del
mostrador las que me dicen bajito: “estoy riquísima, llena de azuquitar,
pruébame y disfruta,jajaja”. Y claro, no puedo resistirme ante sus colores y
sus olores. ¡Qué bien huelen los fruitis!
Y tanta, tanta frutita, que mi pequeño
tesoro debe tener la mente más por el Caribe que por Madrid. Quizás si me
hubiera dado por el cocido, los callos o las patatas bravas… Liadísima debe de
estar la pequeña Olivia, que no para de repetirme: “mamá… ni a la Mitsubishi… ni
a la Chevrolet”. Y todo eso con un
movimiento de cadera que sale solo. Así que es, nada, Juan Luis Guerra ha
entrado en nuestras vidas por la puerta grande, a modo de antojo musical. De
todas formas, atendiendo a la letra de la canción, me he dado cuenta de que a
pesar de su antigüedad, creo que unos veinte años, bien podría aplicarse a la
época actual. ¡Qué lista mi chiquitina! Al mal tiempo, buena cara (aunque sea a
ratitos) y mucho, mucho azúuuuucarrr!!!!
(Os dejo el enlace para que la
disfrutéis, si os da por ahí… Ojo las embarazadas, meneíto suaveceito :D
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