-“Qué sol más bonito! Si parece una
escena de Memorias de África!”
Mi fiel amigo sabe que es una de mis
películas favoritas, si no la más de la más. Y aunque con grandes edificios,
contaminación, coches y gente estresada, lo cierto es que la imaginación es tan
divertida que mirando únicamente hacia el sol, con las dos nubecitas en forma
de línea horizontal que le acompañaban, podías imaginarte que “tenías una
granja en África”.
Hoy, nada más levantarme, mi mente me
ha canturreado “arriba los corazoooones” (con la melodía y el ritmo de Antonio
Flores). Entonces, mi boca se ha retorcido a modo de sonrisita de alegría, de
quien se ríe sin saber por qué, simplemente quizás porque su corazón está hoy
ARRIBA. Pero en el momento de mirar hacia el sol de África que se había colado
en el skyline de Madrid, una gotita de pena ha dejado a mi mente sin canción. -
“¿Será así el sol que estén mirando en Gaza? ¿Será así el sol que estén viendo
en África? ¿Quién llorará hoy mirando al sol? ¿Quién verá hoy este sol por
última vez? ¿Quién estará compartiendo ahora conmigo este momento (además del
cómplice piloto que llevo al lado)?” - Y así, algo tristona, he llegado a mi
despacho dispuesta a empezar con la tarea. Y después de toda la mañana, me he
dado cuenta de que la vida, inevitablemente, sigue. Es algo que me cuesta
entender cuando despido a alguien que se marcha, quien sabe, quizás a hacerle
compañía al sol africano. Pero lo cierto es que a pesar de que hoy las noticias
hablan de otra muerte por desahucio en España, de ataques aéreos israelíes y
hasta de un pederasta denunciado por su mujer, basta un paso de página, el
salto de un párrafo a otro o una leve cortinilla para leer lo último de los premios Grammy, de
David Bisbal o del nuevo estadio que el Barça planea construir. En definitiva,
mi pancita me acaba de dar una de las primeras patadas que muestran que,
inevitablemente, la vida sigue. Motivo suficiente para seguir canturreando, aunque
sea de vez en cuando: “Arriba los corazooones!!” :)
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