“Con las patas colgando” me hubiera
quedado tiempo atrás, si alguien me hubiera dicho que algún día iba a terminar
aplaudiendo a una “caquita”. Como lo oyen, levantando los brazos al grito de “Biennn,
mira como cae por el túnel”, “qué chuli”, “¿a qué mola un montón?”, “y ahora el
pipí… andaaaa, ¡pero qué bien lo haces!”
Cuando comenzó la operación “Fuera Pañal”
sólo podía pensar en comprar esa especie de plástico transparente que se ve en
todas las pelis de asesinatos. Imaginaba que mi pequeño hombrecito iría de aquí
para allá como los perrillos, haciendo caca y pis por cualquier rincón. Así
pues, que mejor manera de evitar daños mayores que plastificando alfombras y
parquet antes de la explosión del pequeño culete, jajaja Afortunadamente, tengo
tan poco tiempo a lo largo del día que, cuando me he dado cuenta, ya estaba
metida en plena faena.
Y ha sido tan divertido que, a
excepción de un par de despistes, ni alfombras, ni suelo, ni sofá… Lo único que
ha cambiado en casa es el momento wc. Juguetes,
cuentos, música… todo vale para hacer de nuestro primer contacto con ese “túnel”
(cómo lo llama mi pequeño desde la distancia. Debe pensar que es un pozo sin
fondo,jajaja), algo divertido.
Sentada en un banquito junto a él,
hablamos, cantamos y sobre todo, nos reímos un montón. Él se siente feliz
porque luego podrá tirar de la cadena y ver cómo el agua se lleva la “cacota”.
- ¡Adiós cacota, adiós pipí!- le decimos
los dos, como si estuviéramos despidiendo a un amigo en plan: ¡qué tengas buen
viaje, ha sido un placer!
Y como los niños son verdaderas
esponjas a la hora de aprender, ayer, cuando vio que mami se disponía hacer
pis, se sentó en el banquito y me dijo:
- “¡muy bien mami, lo has hecho muy
bien!” jajajaja
No hay comentarios:
Publicar un comentario