(Si
tuviera que elegir uno de mis momentos favoritos de "patas colgando",
posiblemente sería aquel en el que vi por primera vez a la personita que estaba
creciendo en mi interior. Fue en el año 2010, pero al leerlo de nuevo vuelven a
mí los mismos sentimientos. Supongo que por eso, mi pequeño siempre será mi
pequeño).
Si pudiera describir
con una sola palabra lo que ya siento por ti, no encontraría nombre, sustantivo,
adjetivo, absolutamente nada que me permitiera expresar lo que he experimentado al
verte. Eres pequeñito, pero tienes todo lo que necesitas para poder amar. Hoy
he visto por primera vez tu corazón. Mi niño, lo he visto latir, fluir e
incluso cambiar de color. Es lo que tiene el avance de las nuevas tecnologías.
Hemos podido contemplar embelesados tus manitas con los puños apretados, tus
pequeños pies y una suave sonrisa en tu cara que, posiblemente, también sea
fruto de la imaginación de quienes te miran como un milagro. ¡Me gustaría contarte tantas cosas!
A veces escribo en tu diario, uno especial que estoy haciendo para ti, e
intento describirte el mundo donde vivo, lo que me rodea, las cosas que muy
pronto también formarán parte de tu universo. Me gustaría decirte que todo es
bonito, tranquilo, que vas a estar siempre protegido y en calma como ahora te
encuentras. Pero entonces alzo la vista y me pongo a llorar. No te preocupes
pequeño. Mamá está muy sensible porque su cuerpo está revolucionado, feliz por
tu llegada. Aquí no todo es paz, también existe la guerra, el hambre, la
hipocresía, los conformistas, los que nunca dan una limosna ni miran atrás
porque creen que eso no es parte de su mundo. La vida cambia cada milésima de
segundo. Aquello que tú conocerás será muy distinto a lo que yo he vivido. Pero
el inicio y el fin siempre será el mismo: el tuyo, el mío, el del verdugo y el
de la víctima. Cuando dudes, mira en tu interior y en el de aquellos que te
rodean. Y nunca dejes de amar. (Dedicado a Hugo.
26/03/2010)
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