Dicen que si mantienes el espíritu joven,
tu cuerpo reflejará esa energía positiva; o que no es viejo el que cumple años
sino el que se los cree. Supongo que existen muchos tipos de refranes y dichos
que hacen alusión al “Carpe Diem”. Desconozco desde cuándo existe este pánico
del ser humano a mirarse al espejo año tras año y ver que en su cara hay una
nueva línea de expresión y que sus ojos reflejan el cansancio de una existencia
llena de idas y vueltas. En definitiva, un verdadero pánico al día de su
cumpleaños. Supongo que todas estas paranoias y obsesiones forman parte del
hombre actual, del hombre muy, muy actual. La verdad, no me imagino a mis
abuelos, después de sobrevivir a una guerra civil, diciendo: “¡ay!!! ¡Qué horror
esto de cumplir años! No me quiero hacer vieja…” Supongo que antes se valoraba
más la vida o que ahora no pensamos tanto en la muerte, no sé… Pero lo cierto
es que más de una personita necesitaría una gran colleja que formateara su “disco
duro” con preguntas del tipo: “¿por qué lloras hoy y ríes en Nochevieja?” “¿Por
qué celebras la entrada en un nuevo año que no quieres cumplir?”
No se trata de ir por la vida marcando
arrugas, ni de dejar de lado nuestra parte presumida; la que quiere sentir que
el tiempo se ha parado en esa época en la que todo eran éxitos, miradas o, al
menos, despreocupaciones físicas. Es bueno querer sentirse bien, pero no lo es
tanto desear imposibles. De nada sirve forzar a las agujas de un reloj a ir en
sentido contrario. El sol seguirá saliendo día tras día y, año tras año, irás
celebrando aniversarios.
Intenta soplar las velas con energía. Sonríe.
Abraza a quien tienes al lado, puede que algún día tu deseo de no tener arrugas
se haga realidad y hagas un viajecito en soledad, sin vuelta. Vive. Habla con
tu cuerpo, interactúa con él. Explora. Olvídate de los pecados carnales. Di que
sí al placer consentido y deseado ahora que estás aquí, “en cuerpo y alma”. Celebra
tu cumpleaños porque hoy celebras tu vida.
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