Ya sabéis que me encanta que mis
patas cuelguen de las sillas. La vida está llena de sorpresas fabulosas y son esas
las que provocan esa estupenda reacción de ascenso asustadizo en mis pequeños
pies. No paso del 38, así es que, sí señores, mi madre y mi abuela también me
decían. “hija, la mejor esencia se guarda en frasquito pequeño”. Pero… vamos a
ver, ¿a quién no le gusta ver la vida desde lo más alto donde huele a champú de
cabello y no a asfalto quemado, humo y pies? Además, para un alto es más fácil triunfar
en la vida, sobre todo en el ámbito profesional, porque nunca nadie les mirará
por encima del hombro. Es difícil tener que levantar la cabeza para decirle a
un garrulo con más centímetros que tú: “perdona, la jefa soy yo y las
explicaciones me las das a mí”. Por eso, sorprende que personajes bajitos, por todos conocidos, hayan
llegado a gobernar a un país, a provocar guerras mundiales y civiles e incluso,
a imponer ridículas modas de bigotes (todos chiquititos y rectos, como sus
dueños). Y no es que hubieran sido idóneos para “bomberos toreros”; supongo que
aguantar el tipo delante de un becerro mientras todos te señalan y se ríen de ti
no es tarea fácil.
El problema de estos famosos bajitos
es que la mala leche acumulada durante años explosionó un día, de tal manera,
que ni el más alto se atrevió a rechistar. Aplicaron bien el cuento de: “no es
más alto el que más mide sino el que más lejos llega”. Y si por lejos
entendemos la repercusión social, podemos decir que batieron récord. Aún hoy
quedan muchos bajitos endemoniados que visten con uniformes, corbatas y sotanas,
los más peligrosos. Y no es que el
bajito del “mono azul” no pueda llegar lejos, pero ya se sabe que el pico y la
pala están perdiendo la batalla, así es que, le costará más hacerse oír.
De todas formas, no quiero terminar
mi entrada sin hacer un guiño a los que, como yo, superamos el metro y medio
sin rozar el metro setenta. También hay bajitos cojonudos que ayudan a mejorar
el mundo como M. Gandhi y otros que nos regalan sonrisas como Ben Stiller,
Danny DeVito, Woody Allen y nuestro bajito nacional más actual: Pablo Motos.
Resumiendo: el tamaño del frasquito
no influye en la calidad del perfume, pero quizás sí es importante el tipo de
dispensador.
Jajaja! Vivan los bajitos cojonudos!
ResponderEliminarAna
Y los altos cojonudos, qué también hay muchos!!!! jajajaja Bss
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