Qué sensación más extraña se
experimenta cuando no puedes controlar una parte de tu cuerpo. Hoy, mientras el
doctor Garabatos (así se llama mi simpático odontólogo), me aplicaba con
delicadeza la anestesia, he pensado: “vaya tela, así se debe sentir la Duquesa
de Alba y la madre de la Obregón!!!”. En realidad me han venido muchas más imágenes
a la cabeza, como la de la inigualable Nati Abascal, ¡qué par de pómulos
anestesiados que luce la pobre!
No me he metido botox ni me han
levantado o estirado la piel, pero he podido comprobar lo desagradable que es
sentir lo inerte. No sabía si reía, si babeaba, si torcía el labio… Para mí es
fundamental poder sentir mi cuerpo y, con cuerpo, me refiero a todo: pies,
manos, brazos, cuello, ojos, nariz, pómulos, boca, lengua… TODO!!! Porque, como
ya dice el refrán: “quién no siente no padece”; pero una vida sin penas ni
glorias no merece la pena. Quizás, nuestras universales “barbies de la botulina”
no piensen lo mismo, están tan acostumbradas a las glorias que ocultan aquello que
les causa pena, las arrugas, relajando en exceso el movimiento muscular de su
rostro. Y como ya he dado claro ejemplos de féminas plastificadas, a los
hombres os digo:
“las canas en su justa medida son muy
atractivas y creo que hablo en nombre de la mayoría de las mujeres, al afirmar que es
preferible besar una cara con arrugas que un globo a punto de estallar con
boquita de piñón. Antes de actuar, vean imágenes de Mickey Rouge y Sylvester
Stallone, se harán un favor o, al menos, se quedarán con las "patas colgando".
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