jueves, 14 de marzo de 2013

El gamusino.

Hace unos días, le regalaron un peluche a Hugo, mi pequeño hombrecito. Cuando nos lo enseñó, preguntó curioso: "papá, ¿qué es esto?". Y entonces, desde la cocina, escuché que su padre le decía: "es un gamusino"

Antes de que pudiera digerir lo que acaba de escuchar, tenía a mi niño en la cocina emocionado y gritando entusiasmado: "mira mamá, qué chulo, ¿verdad?, es un gamusino". 

Tan contento está con tener un peluche único en el mundo, que hasta por las noches duerme con él, a pesar de que a penas ocupa unos centímetros de su pequeña mano. Debe ser el primer niño que consigue hacerse con un gamusino. 

Y claro, como es tan pequeñito y escurridizo (posiblemente porque quiera volver a su legendario anonimato), aprovecha la oscuridad para intentar desaparecer. Es entonces cuando, en mitad de tu mejor sueño, un llanto infantil te despierta y una vocecilla entrecortada te dice: "mamá, no encuentro a mi gamusino".

Veinte minutos después y con la tenue luz del móvil, consigues localizar al bichejo escondido entre las sábanas. Volvemos a la habitación, con las "patas colgando" de la risa contenida. 

"Cuando seas padre, buscarás gamusinos", le digo a mi chico después de nuestra agotadora cacería.

jueves, 7 de marzo de 2013

Antojo de canciones, ocho meses de embarazo.



Aún no he tenido que morderme las uñas por una onza de chocolate, ni que suplicar de rodillas por un donut de azúcar y buen vaso de cola-cao “maravillao”. A estas alturas no creo que la niña me salga morenita por no sucumbir a sus deseos que, aunque pocos, también los hay, para qué engañarnos.  Yo, por si acaso, ya le he dicho a mi chico que siempre cabe una mínima posibilidad de que la peque sea negrita, por eso de los antepasados muy pasados y la globalización. Además, qué carajo, a una morenita todos los colores le sientan bien, hasta el blanco, el amarillo o el melocotón, que a las pieles pálidas como la mía le producen sarpullidos. 

La cosa es que lo mismo me sale con cara de pera o con cuerpo de plátano, porque la fruta me llama, me tienta cuando voy al supermercado. Últimamente son las piezas más exóticas del mostrador las que me dicen bajito: “estoy riquísima, llena de azuquitar, pruébame y disfruta,jajaja”. Y claro, no puedo resistirme ante sus colores y sus olores. ¡Qué bien huelen los fruitis

Y tanta, tanta frutita, que mi pequeño tesoro debe tener la mente más por el Caribe que por Madrid. Quizás si me hubiera dado por el cocido, los callos o las patatas bravas… Liadísima debe de estar la pequeña Olivia, que no para de repetirme: “mamá… ni a la Mitsubishi… ni a la Chevrolet”.  Y todo eso con un movimiento de cadera que sale solo. Así que es, nada, Juan Luis Guerra ha entrado en nuestras vidas por la puerta grande, a modo de antojo musical. De todas formas, atendiendo a la letra de la canción, me he dado cuenta de que a pesar de su antigüedad, creo que unos veinte años, bien podría aplicarse a la época actual. ¡Qué lista mi chiquitina! Al mal tiempo, buena cara (aunque sea a ratitos) y mucho, mucho azúuuuucarrr!!!! 

(Os dejo el enlace para que la disfrutéis, si os da por ahí… Ojo las embarazadas, meneíto suaveceito :D