viernes, 21 de septiembre de 2012

Desde mi interior.

(Si tuviera que elegir uno de mis momentos favoritos de "patas colgando", posiblemente sería aquel en el que vi por primera vez a la personita que estaba creciendo en mi interior. Fue en el año 2010, pero al leerlo de nuevo vuelven a mí los mismos sentimientos. Supongo que por eso, mi pequeño siempre será mi pequeño).
Si pudiera describir con una sola palabra lo que ya siento por ti, no encontraría nombre, sustantivo, adjetivo, absolutamente nada que me permitiera expresar lo que he experimentado al verte. Eres pequeñito, pero tienes todo lo que necesitas para poder amar. Hoy he visto por primera vez tu corazón. Mi niño, lo he visto latir, fluir e incluso cambiar de color. Es lo que tiene el avance de las nuevas tecnologías. Hemos podido contemplar embelesados tus manitas con los puños apretados, tus pequeños pies y una suave sonrisa en tu cara que, posiblemente, también sea fruto de la imaginación de quienes te miran como un milagro. ¡Me gustaría contarte tantas cosas! A veces escribo en tu diario, uno especial que estoy haciendo para ti, e intento describirte el mundo donde vivo, lo que me rodea, las cosas que muy pronto también formarán parte de tu universo. Me gustaría decirte que todo es bonito, tranquilo, que vas a estar siempre protegido y en calma como ahora te encuentras. Pero entonces alzo la vista y me pongo a llorar. No te preocupes pequeño. Mamá está muy sensible porque su cuerpo está revolucionado, feliz por tu llegada. Aquí no todo es paz, también existe la guerra, el hambre, la hipocresía, los conformistas, los que nunca dan una limosna ni miran atrás porque creen que eso no es parte de su mundo. La vida cambia cada milésima de segundo. Aquello que tú conocerás será muy distinto a lo que yo he vivido. Pero el inicio y el fin siempre será el mismo: el tuyo, el mío, el del verdugo y el de la víctima. Cuando dudes, mira en tu interior y en el de aquellos que te rodean. Y nunca dejes de amar. (Dedicado a Hugo. 26/03/2010)




miércoles, 19 de septiembre de 2012

Una Cafiaspirina, por favor.


Hace días, tal vez semanas, en las que me hallo perdida. Mi mente anda de aquí para allá, pero nunca atenta a lo que tengo delante de las narices, por eso, sin darme cuenta… “zás!!”, me golpeo por todas partes como si mis piernas se hubieran convertido de repente en “parachoques oficial” del ente en el que me he convertido. Yo supongo que hay una lucha interna de hormonas en mi interior. No sé por qué, las mujeres casi siempre achacamos nuestras rarezas mentales a las hormonas. En fin, al menos sabemos que para lo nuestro hay una explicación científica, jajaja

La cosa es que tengo unos buenos amigos que en estos casos de cansancio extremo siempre  echan mano de la Cafiaspirina. Me he reído de ellos en muchas ocasiones, con esas risas incrédulas incapaces de creer en el poder energético de una pastilla con ese nombre. Así es que, hoy he navegado por mi querido mundo virtual para intentar abrir mi mente a tan peculiar medicamento. Y tengo que decir que me ha sorprendido. Afirman que es para el alivio del dolor de cabeza, sin embargo, abren su publicidad con esta frase: “si tienes 30 y te siente de 60”… Claramente un slogan más apropiado para un Red Bull de los que te dan alas que para un medicamento destinado al alivio de dolores ocasionales. Sigo leyendo y encuentro:

-    Cafiaspirina Plus es ideal para cuando tenés mucho trabajo que querés terminar o tenés que estudiar a la noche y te duele la cabeza.

-   ¿La venta de hoy te dejó adolorido? No te preocupés, tomá CafiAspirina y olvidate del dolor y cansancio. (Acompañado de esta imagen)


Es decir, que tras mi exhaustiva investigación, podemos afirmar que este medicamento es de lo mejorcito del mercado. Definitivamente tengo que probarlo para las odiosas migrañas. Y si además de eso me levanta el ánimo,  me hace trabajar sin cesar y al tío de esa silla le endereza el cuerpo… “Una Cafiaspirina, por favor!!!”.

jueves, 13 de septiembre de 2012

El repartidor de pizzas (segunda parte)


Cuando parecía que el mundo de las pizzas ya nos había revelado todos sus secretos, se produce otro de esos hechos inexplicables que demuestran, una vez más, que esta es una profesión de riesgo.

Marcaba el reloj las diez de la noche cuando hicimos nuestra llamada: “Dos pizzas familiares, mitad y mitad...” Tras confirmar precio y hora de llegada esperamos, de nuevo acompañados de unos amigos (curiosamente los mismos de la otra vez). Yo estaba ese día especialmente hambrienta: “Ñam, ñam”, bromeaba entre risas sin saber lo que iba a ocurrir con mi querida Cuatro Quesos.

- “Ring,ring” (teléfono).
- “Sí, vale, sí, sí, esperamos...” Oigo que dice mi chico.
- “¿qué ha ocurrido? ¿Le han secuestrado? ¿Le han abducido? Venga suéltalo...”
- “Se les ha quemado una de las pizzas en el horno y tienen una montada...”

En ese momento no sabes si reír o echarte a llorar. Nosotros optamos por la primera opción, aunque debo reconocer que me dio muchísima rabia y no llegue a creerme del todo la historia.

-“Din-don, din-don, (la puerta).
- “Lo siento, soy el cocinero, aquí tiene su pizza”. Y veo a un chico con uniforme blanco y una carita de circunstancia...

Ahora sí que desde el salón no podía parar de reír. Pobre chico, pobres “patas” hambrientas que ni levantarse podían, pobres cocineros… ¡qué vivan la pizzas chamuscadas!!! jajajaja

miércoles, 5 de septiembre de 2012

La migraña.

Nunca pensé que algún día podría llegar a reírme de la migraña. En primer lugar, quiero decir que decido esta entrada a tod@s los que sabéis cómo se siente uno cuando parece que la cabeza te va a estallar. Reconozco que he probado muchas cosas: total oscuridad, silencio absoluto, masajes en el dedo gordo del pie, máscara helada sobre los ojos, diadema “de tortura rompe venas” (jajaja), relajación… Pero hoy, investigando en Google, he encontrado los remedios más populares para acabar con ella. Aquí os apunto alguno para que los probéis y me digáis qué tal os van:
  • Colocar sobre la frente la cáscara de una sandía o de una banana (plátano) madura, y fijarla con una gasa. (jajajaja)
  • Comer quince almendras o fresas. (Me encanta, me la apunto. Si esto funciona… ¡qué vivan las migrañas!!)
  • Mezclar una cucharadita de matricaria, mejorana, albahaca y romero en una taza y luego  derramar sobre ellas agua recién arranca a hervir.  Dejar en infusión durante 10 minutos. Colar y agregar miel de romero para atenuar el amargor. Tomar una taza en ayuna y dos más a lo largo del día. (Imposible, no podría ponerme a leer todo este manual en plena crisis “migrañosa”).
  • Recostarse durante 30 minutos en un cuarto oscuro y silencioso sin almohada.  (Ojo!! Muchos lo habréis probado con almohada. Ahí está el fallo…)
Con “las patas colgando” me he quedado cuando he leído que también existe un instrumento llamado Martillo Neurológico. Pero tras leer algunos artículos sobre su uso y funcionamiento casi me ha convencido. Eso sí, si os animáis, ahí os dejo las contraindicaciones (jajaja).

Las contraindicaciones para el uso del martillo neurológico son: ojos, conductos auditivos, ovarios, testículos y fracturas aún no consolidadas.

martes, 4 de septiembre de 2012

Si Franco levantase la cabeza.


No puedo evitar una sonrisita picarona mientras escribo estas líneas. Cuantas veces he oído esta frase, casi siempre de boca de quien piensa que el pasado fue mejor. Eso sí, desde la barrera o desde el corral al que no llegan los zorros, por supuesto.  Ahí, escondititos, agachando la cabeza, levantándola ante Dios y ante el que ha sido nombrado por la “Gracia del Creador”  y apretando bien las alas, no vaya a ser que las abran demasiado y se escape alguna pluma de esas que cantan: “son las cosas de la vida, son las cosas del querer…”

“Con las patas colgando” se hubiera quedado Paquito si decide despertar de su eterno descanso y descubre a José Gallego, un abuelete de 72 años, tachando los símbolos de los años de gloria del ilustre generalísimo.

Escalera en mano, José se adentró en la iglesia de su pueblo para hacer cumplir con la Ley de la Memoria Histórica. De piedra se debió quedar el pobre policía que pilló in fraganti a tan peculiar grafitero.

Si Franco levantase la cabeza cuántas cosas cambiarían… 

domingo, 2 de septiembre de 2012

A mi ángel de la guarda.


Cuando escuché el zapateo, el “sentío” del cante y el silencio en el aire, no pude evitar pensar él. Amaba el flamenco porque con él olvidaba las penas. Era como si hablara con su alma y expresara en una canción todos sus sentimientos. También cantaba de alegría; pero claro, cuando eres pequeña crees que están llorando, sobre todo cuando llega el momento del "ayyyy...." o, como yo lo llamo, el momento lamento. Recuerdo que era una niña muy bailona y andaba siempre cantando de aquí para allá. Estaba entonces en mi época de "mamá quiero ser artista" y a él le divertía tanto que una tarde, sentada junto a su sillón orejero, intentó darme una clase magistral de cante jondo. ¡Qué desastre!! Era una pitusilla de cinco o seis años y aunque no mantengo todos los detalles de aquel momento, sí recuerdo mis intentos por  imitar ese “quejío” que salía de su garganta. Y me daba vergüenza porque era más grito de "tápense los oídos" que otra cosa. 

- "te hubieras quedado con las patas colgando años después, cuando me arranqué a cantarle a la persona más importante de mi vida. ¿Me escuchaste? Seguro que sí... "

Recuerdo que era elegante, siempre muy "bien vestido". Y era alto, esbelto. Andaba de una manera especial. Si ahora viera aparecer su silueta sabría que es él (tengo una lagrimilla a punto de escapar y un nudo en la garganta de emoción contenida). Nunca olvidaré su pelo cano. Tan blanco que a veces se hacía amarillo. Era abundante y se ondulaba y le brillaba mucho. (¡Vaya melena!, ahora entiendo muchas cosas de mi pelo!!). Y su boina, de cuadros chiquititos. Siempre la llevaba puesta, era el complemento ideal para su traje, ¡le encantaban!

- "Una vez te escribí una carta. Quería despedirme de ti y te la leí, ¿recuerdas? Estaba sola, muy triste pero te sentí tan cerca de mí, sabía que aún estabas allí. Quién sabe... Quizás porque soy una estrella, como tú decías… ("¿qué hace una estrella en la tierra estando el cielo tan lejos?") 

Aún lo recuerdo abuelo. Gracias por ser mi ángel de la guarda. 

"Que contenta debe estar,
la madre de esta doncella,
que estando el cielo tan lejos,
tiene en su casa una estrella".
(tq)