jueves, 13 de septiembre de 2012

El repartidor de pizzas (segunda parte)


Cuando parecía que el mundo de las pizzas ya nos había revelado todos sus secretos, se produce otro de esos hechos inexplicables que demuestran, una vez más, que esta es una profesión de riesgo.

Marcaba el reloj las diez de la noche cuando hicimos nuestra llamada: “Dos pizzas familiares, mitad y mitad...” Tras confirmar precio y hora de llegada esperamos, de nuevo acompañados de unos amigos (curiosamente los mismos de la otra vez). Yo estaba ese día especialmente hambrienta: “Ñam, ñam”, bromeaba entre risas sin saber lo que iba a ocurrir con mi querida Cuatro Quesos.

- “Ring,ring” (teléfono).
- “Sí, vale, sí, sí, esperamos...” Oigo que dice mi chico.
- “¿qué ha ocurrido? ¿Le han secuestrado? ¿Le han abducido? Venga suéltalo...”
- “Se les ha quemado una de las pizzas en el horno y tienen una montada...”

En ese momento no sabes si reír o echarte a llorar. Nosotros optamos por la primera opción, aunque debo reconocer que me dio muchísima rabia y no llegue a creerme del todo la historia.

-“Din-don, din-don, (la puerta).
- “Lo siento, soy el cocinero, aquí tiene su pizza”. Y veo a un chico con uniforme blanco y una carita de circunstancia...

Ahora sí que desde el salón no podía parar de reír. Pobre chico, pobres “patas” hambrientas que ni levantarse podían, pobres cocineros… ¡qué vivan la pizzas chamuscadas!!! jajajaja

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