viernes, 5 de octubre de 2012

El retrovisor… de los sueños.



¿Alguna vez habéis buscado vuestros sueños en el retrovisor de un coche?  Desde muy pequeña mi cabeza ha estado llena de metas por alcanzar, de lugares  donde escapar y de momentos de escapar de todo. Estos últimos nunca han llegado, afortunadamente. He conseguido vencer a mis temores a tiempo, aunque a veces me haya encontrado con un muro tan alto tan alto, que me he sentido más pequeñita de lo habitual y he tenido que batir mis alas imaginarias a toda velocidad para poder superarlo. Agotada al otro lado, pero contenta por lo conseguido. Así me encuentro en estos momentos cuando recuerdo el retrovisor del Renault 21. Al volante, mi padre. A su lado, una niña llena de inquietudes que miraba coqueta el retrovisor y pensaba en nuevos horizontes. 

Han pasado muchos años desde la adolescencia en la que todo parece alcanzable. Tantos, que ahora casi no puedo mirar a mi espejo retrovisor porque mi lugar, por obligación de madre, está detrás de las trincheras. Pero cuando el destino me lo permite y mi mirada vuelve a encontrarse con el retrovisor, sigo mirando fijamente a mis ojos y viendo a esa niña. Antes, yo le hablaba al espejo y le decía cuántas cosas nos quedaban por descubrir. Ahora es el espejo el que me mira y me dice: “no dejes que tus patas se fijen al suelo. Salta, salta…, y disfruta de la mujer en la que me has convertido.”

(Dedicado a las mamás que alguna vez han pensado, equivocadamente, que tenían que renunciar a sus sueños y dejar de batir las alas. A las que piensan que en aquel cruce de caminos no tomaron la decisión correcta. Es agotador, pero si consigues seguir soñando habrás triunfado. Mi reto actual: volver a crear sueños para mi nuevo retrovisor y para la nueva mujer que se mira que él. La vida sigue… salta, salta!!!!)

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