jueves, 9 de agosto de 2012

El Domingo... ¡A currar!


Cuando llega agosto el mundo se para. Es como si la humidad desapareciera bajo las piedras. Supongo que será el sol, el verano y las bajadas de tensión. ¿Quién no ha sentido aún un bajón de  los de tirarte en el sofá y dejar colgar una de “tus patas” por encima del cojín, solo por el simple hecho de sentir cómo se balancea de un lado a otro?
Son momentos duros, cuando sabes que no pueden durar mucho, porque tu mente quiere obligarte a caer en el sueño más profundo.

- “¡Ni un tren expreso le despertaría!”, diría uno de los personajes de una de mis películas animadas favoritas de Navidad.

Yo el otro día me sentí caracol. Era como si llevara encima la casa entera.

- “¡Putos cimientos, no hay quien los arranque!” Así es que, ahí me quedé, embobada mirando al infinito cual palomo pichón.

Ayer, sin ir más lejos, caminaba con mi hermana y me dijo:

- “¡Estamos lelas!” Vamos, que parecíamos dos babosillas a punto de ser aplastadas por una enorme bota sin compasión.

La cosa es que llevo dos días de silencio: no teléfonos, no faxes, no compis… Y como una es muy aplicada y adelanta trabajo enseguida, de repente te das cuenta que no sabes qué hacer cuando no hay nada que hacer.

Por eso creo que el mundo está al revés. No tiene sentido que en una época de vacas flacas y sol ardiente, se aprueben medidas como la liberación de los horarios comerciales. ¿No se supone que Dios creó el domingo para descansar? Para una cosa con la que puedo estar de acuerdo... Además,  ¿no estamos gobernados por los que defienden la familia por encima de TODO? ¿Qué día hay más familiar que un domingo? ¿Qué fue de: “El Domingo: día del Señor y día de la Familia”?

(Dedicado a los que se han quedado sin domingo (Ana, Luis, Rafa, etc.); a los negocios familiares que tendrán que rifar qué miembro del grupo se pierde la comida en casa esa semana; a los que no tienen derecho a quejarse porque tienen trabajo en la época del VALE TUDO…)

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