Las relaciones
son uno de los temas más comunes en las conversaciones de trabajo. Se comienza
hablando de las parejas, de la forma en que os conocisteis, del tiempo que
lleváis juntos y es, justo en este preciso instante de la animada charla,
cuando suelen aparecer las palabras magia, fuego y sorpresa. Estos tres nombres
simbolizan, para muchos, la mejor manera de mantener viva la vida en pareja. Es
decir, si alguno de esos pilares se viene abajo tú relación está destinada al
fracaso absoluto.
El otro día vi
en televisión la Antorcha Olímpica y pensé: “vaya, una así necesitaríamos
todos. Un fuego que no se apaga a pesar del largo camino recorrido y de las
numerosas manos que lo han tocado”. Pero, ¿qué pasa realmente con la Antorcha
Olímpica? Que yo sepa se enciende cada cuatro años, mantiene su llama en su
máximo cénit durante unos meses y después, se apaga y cae en el olvido hasta
cuatro años después.
Conclusión: las
relaciones son pasionales, como antorchas olímpicas en su mayor momento de
gloria. Todo el mundo las admira hasta que el viaje llega a su fin. Entonces,
llega la monotonía, los escapes de gas (jajaja) y la falta de fuerzas para mantener
la llama encendida. Pero tras la rutina siempre hay esperanzas. Con paciencia y
algo de trabajo en común, la llama volverá a prender, al menos, una vez cada
cuatro años. Algo es algo…
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