lunes, 18 de junio de 2012

El garrulo (que no gárrulo)



He tenido la suerte de conocer a muchos garrulos. Digo suerte porque van asociados inevitablemente a los puestos de trabajo y, afortunadamente, he pasado por muchos y han sido experiencias enriquecedoras.

Los garrulos son una excepción de los buenos compañeros que te encuentras por el camino. Su papel: joder al personal y convertir la empresa en un verdadero infierno. Ante ellos solo tienes dos opciones: o bailar al son de sus gilipolleces o intentar pasar desapercibido e ignorarlos por completo. El problema es que los garrulos no suelen estar en las escalas más bajas de la empresa. Por alguna extraña razón que sólo Punset sabría responder, los garrulos consiguen situarse en puestos de confianza dentro de las grandes esferas. "Sentado a la derecha del Pater", el garrulo es casi intocable y buscará la manera de hacerse notar. Por eso, ignorara a un garrulo no es tarea fácil.

Gomina, pelo en greñas a modo de señorito andaluz (es sólo un ejemplo gráfico), pantalones tobilleros para aparentar que forman parte de la “yet set” de la ciudad, reloj grande a juego con anillo y cadena de oro, camisa con puños arremangados para enseñar tal cantidad de arsenal y colonia, mucha colonia que le permita marcar territorio.

Son sólo algunas anotaciones del aspecto físico de un garrulo. Pero, ¿qué hay más allá de ese atractivo envoltorio? ¿Alguna vez habéis oído reír a un asno? Yo tampoco, pero sería algo parecido a la risa de estos personajes. Los garrulos no ríen como respuesta a algo gracioso. Ríen para hacer notar qué están ahí, para que todos se giren a mirarlo y, sobre todo, para observar quien ríe con él y nunca sería un rival en "el juego de la silla". No olvidemos que aunque los garrulos se vistan de Emidio Tucci, garrulos son y siempre puede venir un palurdo mayor y hacerte saltar de tú privilegiada posición. 

Conclusión: el mundo está gobernado por garrulos con sentimiento de inferioridad. Pero todos tienen un punto débil y es el simple hecho de ser garrulos sin saberlo. No son seres superiores, aunque se crean "los hijos del Pater". Por lo tanto, si quieres acabar con un garrulo, trátale como tal. “Pobre asno que mueve el rabo pensando ser un caballo. Al final, sólo las moscas se acordarán de él”. 

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