miércoles, 18 de julio de 2012

El huevo frito.


Me encanta el olor del sofrito cuando me dispongo a hacer un guiso. Y no es que sea una experta cocinera, pero hay momentos en los que la cocina me relaja. Debe ser porque son días en los que voy sin prisas, en los que puedo disfrutar incluso de momentos de soledad buscada con la única compañía de la cebolla cortada, de mis voces radiofónicas favoritas y de mis pensamientos.
De esas tres cosas, ya sólo me quedan los pensamientos, que van y vienen a su antojo. La soledad voluntaria cada vez es más escasa; demasiadas responsabilidades a la espalda cuando un biberón aparece en tu vida. Y de mis espacios radiofónicos, qué voy a decir… No sé si ha sido Europa, Merkel, la prima de riesgo o las pagas extras… pero ya no están, dejémoslo ahí.

Volviendo al tema culinario y pasando del sofrito al frito más básico, hoy quiero “prometer y prometo” que jamás volveré a temer a un huevo frito. Si puedo hacer unas ricas lentejas, una tortilla de patatas que quita “el sentío”, seguro que consigo domar incluso a dos “balls” al mismo tiempo, aunque todo mi cuerpo se ponga en alerta.
  •       Prometo que nunca más mi vista permanecerá fija en el aceite y la yema. La haré pasear suavemente por toda la sartén. Así, conseguiré además relajar mis ojos.
  •        Prometo que mi oído no se obcecará en aislarse para escuchar mejor el sonido del aceite. Prestaré atención a la mosca que vuela a mi alrededor, a los pajaritos de la ventana…  
  •        Prometo que el tacto se hará fuerte, como yo. Nada de sensiblerías en cuanto le roce una simple gotita. Hay que estar al quite, darlo todo… y nada de dejar el cuerpo a un metro de distancia. Hay que “bailar pegados”, como diría Sergio Dalma.
  •        Prometo que el olfato no volverá a oler a aceite quemado. Mi huevo estará en su “calentito baño” el tiempo justo.
  •        Prometo, además, que nunca volveré a utilizar una tapadera de metal como escudo humano.

Y cómo no, puedo prometer y prometo, que mis “patas” seguirán colgándose de la silla tras el primer bocado de pan con yema de “ball” campero. Ummm (dedicado a los “abus del campo”)

4 comentarios:

  1. Miércoles, seguro que tú me entiendes!!! es mejor y más seguro convertirlos en tortilla!!! :))))

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  2. Los huevos son un misterio!
    Ana

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  3. Son muy tiernos al principio, pero luego salpican aceite y queman, ¡los muy huevones!! jajaja :D

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