viernes, 6 de julio de 2012

Los bajitos.


Ya sabéis que me encanta que mis patas cuelguen de las sillas. La vida está llena de sorpresas fabulosas y son esas las que provocan esa estupenda reacción de ascenso asustadizo en mis pequeños pies. No paso del 38, así es que, sí señores, mi madre y mi abuela también me decían. “hija, la mejor esencia se guarda en frasquito pequeño”. Pero… vamos a ver, ¿a quién no le gusta ver la vida desde lo más alto donde huele a champú de cabello y no a asfalto quemado, humo y pies? Además, para un alto es más fácil triunfar en la vida, sobre todo en el ámbito profesional, porque nunca nadie les mirará por encima del hombro. Es difícil tener que levantar la cabeza para decirle a un garrulo con más centímetros que tú: “perdona, la jefa soy yo y las explicaciones me las das a mí”. Por eso, sorprende que  personajes bajitos, por todos conocidos, hayan llegado a gobernar a un país, a provocar guerras mundiales y civiles e incluso, a imponer ridículas modas de bigotes (todos chiquititos y rectos, como sus dueños). Y no es que hubieran sido idóneos para “bomberos toreros”; supongo que aguantar el tipo delante de un becerro mientras todos te señalan y se ríen de ti no es tarea fácil.

El problema de estos famosos bajitos es que la mala leche acumulada durante años explosionó un día, de tal manera, que ni el más alto se atrevió a rechistar. Aplicaron bien el cuento de: “no es más alto el que más mide sino el que más lejos llega”. Y si por lejos entendemos la repercusión social, podemos decir que batieron récord. Aún hoy quedan muchos bajitos endemoniados que visten con uniformes, corbatas y sotanas, los  más peligrosos. Y no es que el bajito del “mono azul” no pueda llegar lejos, pero ya se sabe que el pico y la pala están perdiendo la batalla, así es que, le costará más hacerse oír.

De todas formas, no quiero terminar mi entrada sin hacer un guiño a los que, como yo, superamos el metro y medio sin rozar el metro setenta. También hay bajitos cojonudos que ayudan a mejorar el mundo como M. Gandhi y otros que nos regalan sonrisas como Ben Stiller, Danny DeVito, Woody Allen y nuestro bajito nacional más actual: Pablo Motos.

Resumiendo: el tamaño del frasquito no influye en la calidad del perfume, pero quizás sí es importante el tipo de dispensador. 

2 comentarios:

  1. Jajaja! Vivan los bajitos cojonudos!
    Ana

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  2. Y los altos cojonudos, qué también hay muchos!!!! jajajaja Bss

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