Dicen que dar a luz es lo más bonito
del mundo, una experiencia irrepetible. Incluso, hay hombres que dejarían de
lado su miembro más viril por poder sentir en sus propias carnes lo que es
traer al mundo a su hijo, su semillita. “Qué suerte tenéis las mujeres”, “Yo,
si pudiera, me cambiaría por ti”: son
sólo algunas de las frases que se escuchan SIEMPRE que este tema centra la
conversación del grupo.
A mí me encanta este modo de pensar. No
hay nada mejor que ofrecerse voluntario para una operación de alto riesgo
sabiendo de antemano que nunca serás el elegido para rematar la faena. Si eres
hombre, “tu Dios” te ha dado un cuerpo diseñado para el placer. Dicen que el “Ser
Supremo” nos creó a imagen y semejanza. Yo creo que en medio del proceso de
creación “el Gran Hermano” se quedó sin creatividad. No olvidemos que tuvo que
diseñar el mundo entero (con sus bacterias, sus insectos…) en tan sólo seis
días. Por eso, cuando llegó el momento de crear a la sección femenina, algo debió
salir mal: “bonitas curvas, sí, pero cuidado con la carrocería porque se dilatará,
se agrietará y se engrasará en cuanto hagáis uso de todo su potencial”. Ésta
debió ser su advertencia y no: “cuidado con la manzana. Las he puesto ahí
porque sé que estás muertita de hambre”. ¿O es que acaso no sabemos todos que
un ser recién creado necesita comer? Que se lo pregunten a las madres que
acaban de dar a luz.
De todas formas, mis queridos hombres,
tenéis razón. No hay nada comparable a un parto y sería la primera en mandar un
fax al cielo para que “vuestro Dios” os concediera la posibilidad de engendrar.
No es justo que no podáis sentir ese cosquilleo y esos calambrecitos cada vez
que tienes una contracción. Es algo tan excepcional y maravilloso que hasta saltas de la cama para
mostrar tu alegría. Y es cierto que existe la epidural, pero una anestesia así
rompe la naturalidad del parto y tu contacto con el bebé. “Parirás como tu
abuela”, me dijeron a mí en un hospital público. No sé si hace dos años ya
habían empezado los recortes pero… ¡qué maravillosa experiencia!! No hay nada
como tener un cuerpo que no dilata (gracias Dios, me dejaste a medias) para
poder vivir intensamente el deseo de tu hijo de salir al mundo. Si os pudiera
transmitir lo que sentía… Y luego viene lo mejor: “¡el tijeretazo!” Ahí, como en todo, depende de quién “gobierna”
en tu habitación. En la mía debía haber alguien con un mal día. Pero no
importa: cortan, cosen (sin anestesia, que hay que sentir como pasa la aguja,
el hilo… qué sensación!!). Y finalmente, tienes a tu bebé. Afortunadamente, los
recortes no le han afectado y tiene la suerte de ser del “equipo ganador”.
A vosotros, queridos desconocidos, os
dedico este post. Los hombres que me rodean saben que la historia no terminó
aquí. Pero como no quiero provocar envidias con las experiencias vividas tras
un “recorte y un tijeretazo”, sólo os diré: felicidades por ser como sois,
desde el corazón (y desde la “envidia cochina”) :)
Muy bien dicho! Y eso que yo todavía no he dado a luz :-P
ResponderEliminarSerá una experiencia maravillosa y vosotros unos padres geniales!! :)
ResponderEliminarla verdad es que si que experiencia, que bonitas palabras y que forma tan buena de describirlo.
ResponderEliminarGracias. :)))
Eliminar